En favor de legalizar la prostitución

Brenda Borrero 4 de noviembre de 2021

Vilipendiada y marginada por prácticamente todas las sociedades actuales, la prostitución sigue siendo un oficio que parece no gustar a nadie. Sin embargo, lo curioso es ver cómo cada vez son más las mujeres que se dedican, de forma legal o alegal, a ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero. Y eso es una consecuencia de que la demanda sea cada vez mayor. La misma sociedad que reniega de las prostitutas luego las necesita, las desea y las demanda. Una parte de esa sociedad, al menos, la que corresponde a los varones.

Ellos, los hombres adultos, son el público principal de estas trabajadoras sexuales, que a pesar de la marginación han aprendido a vivir de esa forma. La prostitución está en cada ciudad y prácticamente en cada población, en los países ricos y pobres, en las sociedades más avanzadas pero también en las más cerradas. La necesidad de pagar por sexo es algo común a casi todas las culturas, y eso es indudable.

De ahí que muchos consideren que la abolición de la prostitución es un ejercicio vano de postureo e hipocresía. En aquellos países donde ya se persigue esta actividad, lo único que se ha conseguido es excluir aún más a las mujeres que las llevan a cabo. Parece mucho más fácil terminar con las prostitutas que con los puteros, por lo que se ve. Pero tal vez no sea necesario ni lo uno ni lo otro.

Tal vez solo haga falta perseguir a aquellos que se lucran de manera indebida de este trabajo, y no a las mujeres que lo tienen como algo voluntario, y en muchas casos, su única forma de subsistencia. El debate sobre la legalización de la prostitución todavía debe madurar en España, pero al menos ya se ha puesto sobre la mesa de manera oficial. Si bien hay muchas administraciones, desde el propio gobierno a ayuntamientos locales, que parecen ir en contra, la legalización cada vez va tomando más fuerza. Se puede comprobar, en países donde la prostitución ya es legal, que las cosas han mejorado para las escorts. Por eso hay argumentos de peso para defender esa postura.

Una profesión que nunca desaparecerá

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La prostitución ha sobrevivido a siglos de oscurantismo y verdadera persecución por parte de la Iglesia y otras organizaciones. Ha estado en el punto de mira de los gobiernos más conservadores en todo el mundo, y sigue estándolo hoy en día en muchos países musulmanes. No hablamos solo de marginación, sino de entender que vender tu cuerpo por dinero es un delito penado con cárcel, o incluso con sentencias peores. Y sin embargo, las mujeres han seguido llevando a cabo este servicio. Como modo de supervivencia, en muchas ocasiones, o como vía para una vida más cómoda. Y si lo hacen es porque sigue habiendo hombres que los requieren, que las demandan. En un ambiente de libertad sexual como el actual, pensar en que la prostitución va a desaparecer a base de leyes es un error enorme.

El eterno debate

El debate, sin embargo, sigue enfrentando a abolicionistas y defensores de la legalización. Desde hace unos años, estos segundos se están haciendo más fuertes, ya que hasta ahora, la idea más habitual era pensar que la prostitución debía desaparecer. Muchos la consideran un trabajo indigno, y más allá de lo moral, la culpan de la insalubridad y de estar siempre relacionada con pobreza, drogas y delincuencia. Evidentemente, eso supone generalizar demasiado, ya que hay muchas mujeres que realizan trabajos sexuales sin caer en este tipo de historias. De hecho, lo que defienden los antiabolicionistas es que si se dotara de más recursos a las escorts, estas tendrían mejores oportunidades para cambiar de vida.

En España, la prostitución no es ilegal, y por tanto, es legal en casi todos los términos. Se persigue, eso sí, la trata de blancas, la esclavitud sexual o la prostitución de menores, delitos muy graves y penados. Pero no hay nada de aquellas chicas que, por voluntad propia, deciden iniciarse en este negocio, por las razones que sean, y ofrecer sus servicios. En algunos casos, ciudades concretas han lanzado leyes municipales contra la prostitución, aludiendo a “escándalo público”. Es solo un eufemismo para quitar a las chicas de las calles, donde todo el mundo pueda verlas. Como si el problema se solucionase simplemente ignorándolo, algo que, evidentemente, no ha funcionado en todo este tiempo.

Prostitución voluntaria

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Y es que todavía hay mucha gente que cree que todas las prostitutas lo son por obligación, están esclavizadas por un proxeneta o trabajan obligadas por redes de delincuentes. Según los propios datos oficiales de la ONU, solo 1 de cada 7 mujeres que se dedican a la prostitución encajaría dentro de esa descripción. El resto son chicas y mujeres que optan por este negocio de forma voluntaria, aunque en muchos casos es por pura necesidad. Eso no quita que haya mujeres que estén en todo su derecho de trabajar como escorts, de la misma forma que trabajarían como pasantes, camareras o cajeras. Es su trabajo, su forma de ganar de dinero, y debería ser tan legal como las otras, porque ofrecen un servicio a cambio de una compensación.

¿Por qué legalizar la prostitución?

Ya hemos podido comprobar que la prostitución no va a desaparecer por muchas leyes que se inventen contra ella. También hemos tratado de arrojar luz sobre esos prejuicios que todavía se tienen en torno a las chicas que la ejercen. Cada vez son  más las jóvenes universitarias, elegantes, atractivas y con vidas acomodadas, que encuentran en este negocio una forma de vivir aun mejor. Por pura curiosidad, por ganas de saciar sus deseos o de tener unos altos ingresos difíciles de conseguir de otra forma. Las razones son las que son, y cada cual tendrá las suyas. Pero el derecho a trabajar en este negocio, que existe más allá de la moral y las leyes, debería estar asegurado.

La legalización de la prostitución no aumentaría el número de prostitutas, aunque muchos puedan opinar esto. Solo permitiría que estas mujeres tuvieses un respaldo mucho mayor del que tienen ahora. Dejarían de estar marginadas y podrían disfrutar de unos derechos laborales mínimos, que son imprescindibles para una vida normal. Se controlaría mucho mejor este negocio, que pasaría también a pagar impuestos y aportar una buena parte al PIB del país. La salud pública se beneficiaría igualmente, ya que las chicas pasarían controles habitualmente para detectar cualquier ETS. En los países donde ya se ha legalizado este trabajo, como Alemania, Bélgica u Holanda, la experiencia está siendo positiva, y la sociedad está empezando a cambiar también su visión sobre las prostitutas.