¿Se puede acabar con la prostitución?

Brenda Borrero 7 de noviembre de 2023

Dentro de la nueva ola de feminismo que se viene dando de unos años para acá hay ciertos temas que suponen una división bastante importante. La pornografía es uno de ellos, defendida por algunas mujeres y denostada por otras. La prostitución es también un tema muy controvertido, con diferentes corrientes dentro de este fenómeno, ya que cuenta con muchas formas de entenderse. Vivimos en una sociedad de extremos donde todo parece ser blanco o negro, o conmigo o contra mí, y eso está trayendo una época muy dura ya que los grises, los puntos intermedios, dejan de importar. Se debate desde un punto de vista inamovible, se tiende a la victimización, a ponerse a la defensiva, dejando de escuchar los otros argumentos para solo defender los nuestros. Hay ocasiones en las que las medias tintas no son tolerables, pero un debate sano requiere de mucha valentía y sobre todo, de apertura de miras.

Centrándonos en la cuestión del trabajo sexual, sobre todo en la prostitución, hay argumentos de peso para ir en contra de ella, sobre todo desde el nuevo feminismo. Obviar la realidad de muchas mujeres, esclavizadas para ser juguetes sexuales, sería un error gravísimo. La prostitución sigue moviendo mucho dinero en todo el mundo, y esto también atraer a muchas mafias y bandas criminales, que se aprovechan de la necesidad de muchas chicas. Sin embargo, no es una visión tan clara y definitiva como parece. Las prostitutas no son solo mujeres obligadas a prostituirse, sino también personas que solo encuentran una salvación en este mundo, les guste más o menos. Y también hay chicas que defienden su derecho a poder vivir de su cuerpo, siempre que sea su propia decisión. De esta forma, el debate se hace mucho más amplio, hasta el punto de que hay dos grandes vertientes a nivel gubernamental: la abolicionista y la regularizadora. Hay países que prohíben y persiguen la prostitución en todas sus formas, y otros que tratan de regular este trabajo para hacerlo más estable y seguro para las mujeres que quieran ejercer. Esta última vertiente cuenta con el apoyo de estudiosos en sociología y antropología que denotan lo evidente: la prostitución va a existir siempre que haya alguien dispuesto a pagar por sexo.

Un oficio muy antiguo

Siempre se dice que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, pero seguramente sea una exageración. Sin embargo, nadie duda de que fue una de las primeras formas en las que muchas mujeres lograron ganarse la vida. Ya en las historias más antiguas hay referencias a prostitutas y mujeres que obtenían favores a cambio de sexo. Casi podría decirse que está en nuestra naturaleza, aunque evidentemente, esto tampoco sirve para justificar la existencia de este negocio. Porque cuando vives en un sistema que te obliga a consumir y generar ganancias constantes, cualquier trabajo debe ser visto como un negocio, una entrega de un servicio. El sexo también podría serlo, pero hay connotaciones morales que lo han dejado fuera de la ecuación, al menos de manera “oficial”.

La demanda de sexo por dinero

A nadie le extraña ver a un trabajador de la construcción con las manos completamente destrozadas después de un mes de duro trabajo bajo el sol en una obra. Es su oficio, y a cambio de su fuerza y su mano de obra recibe un salario estipulado. Igual ocurre con los mineros, los guardias de seguridad o cualquier persona que ponga en riesgo su integridad y su físico en un trabajo. Sin embargo, entregar nuestro cuerpo al sexo, algo en principio más disfrutable que trabajar ocho horas en una mina, está mal visto. ¿Por qué no se pueden ofrecer servicios sexuales? La respuesta está en nuestra moralidad occidental, que deviene de la visión del sexo como pecado en la tradición cristiana, pero también en la judía y en la islámica.

El sexo fuera del matrimonio es algo sucio, algo perverso. La persona que ofrece sexo por dinero lo hace contraviniendo su propia moral, su propia ética, y en muchos casos se suele decir que no sabe hacer otra cosa. Ser bueno en la cama puede ser un talento tan especial como cualquier otro, pero queda denostado no por una cuestión de productividad, sino moral. De hecho, hay mujeres que han decidido iniciarse en el trabajo sexual para no tener que trabajar limpiando casas durante 60 horas a la semana. Ganan lo mismo como prostitutas en una hora que en todo un día de trabajo, a veces incluso más. La demanda de sexo sigue existiendo y cada vez es mayor, porque los hombres siguen interesados en probar estas experiencias con profesionales del placer. Mientras eso no cambie, la prostitución seguirá siendo algo tangible, incluso en países donde está prohibida.

Única alternativa para muchas mujeres

La posición que defiende la abolición de la prostitución no suele tener en cuenta el importantísimo hecho de que para muchas mujeres es su única alternativa. Estamos de acuerdo en que no todas las chicas quieren ser prostitutas y que, para muchas, este trabajo es de hecho lo último que querrían hacer. Pero hay situaciones muy complicadas en las que estas mujeres no se ven con más alternativa que entregarse a este negocio. Chicas que vienen de fuera, que no tienen una preparación tan buena, que no son aceptadas por su color, su raza, su edad… La realidad dentro de la prostitución es mucho más diversa que ese prototipo de “mujer esclavizada por su chulo” o “joven escort VIP que quiere ganar mucho dinero”.

Es ahí donde se debe ahondar de verdad en la realidad de los discursos y no quedarnos solo con lo de fuera. Las posiciones extremas minusvaloran los esfuerzos que estas chicas hacen en muchas ocasiones para salir adelante, aludiendo a que su trabajo no debería existir. No se ofrecen alternativas, no se les da una ayuda, al menos por parte del Gobierno. La abolición de la prostitución llevaría a que muchas de estas mujeres quedaran absolutamente desvalidas, algo que podría ser mucho peor para ellas. Las alternativas tal vez no tengan que ver con la regularización, que está funcionando en algunos países y fracasando en otros. Tal vez sea hora de buscar un cambio mucho más profundo, pero también más difícil.

La visión abolicionista

Hay países donde la prostitución es duramente perseguida, de una manera tajante, hasta el punto de conllevar incluso pena de muerte, sobre todo para quien la practica. Los países islámicos donde la ley sharia está vigente condenan de manera muy duro este tipo de servicios, ya que van en contra de su propia moralidad. ¿Significa eso que nohay prostitutas en Kabul, Teherán o Bagdag, por ejemplo? Nada más lejos de la realidad. Solo están escondidas en ciertos lugares, a las afueras de las ciudades, que son aun así conocidos por todos. Los hombres de dichas ciudades, a veces incluso los propios gobernantes, hacen uso de estos servicios en ocasiones especiales. Es la hipocresía llevada al extremo, en pos de quedar bien ante una sociedad que no tolera este trabajo, pero que luego lo demanda.